En mi ausencia

Señora Gloria, ¿me presta el teléfono por favor?

Si claro y se lo pasó por la pequeña ventana de atención al público.

¿Hola? si, mija ah, mija buenas, es que tengo que decirle que está noche no voy a la casa.

¿Qué? ¿Que por qué? ¡Ah! Es que la señora Gloria quiere que trabaje toda la noche.

¿Qué? ¿Que si viene a traerme desayuno?

No, ¡no me traiga nada! Aquí nos van a dar.

“Bueno mija, hasta luego. Sí, si gracias mañana en la noche nos vemos. Sí, si tranquila yo como bien y descanso, ¡no se preocupe!”

Y… colgó el teléfono; uno de aquellos que tenían cable enroscado y marcador de disco.

Al devolver el teléfono a su jefe la miró picarón diciendo: “¡ah! No se preocupe es que hoy me voy por ahí de paseo con una chica que conocí”.

Bueno, -dijo ella- sólo que así, porque yo que me acuerde hoy no tenemos horas extra.

“Así es, pero; ¡Una muchacha al año no hace daño! ¿Verdad?”

Sí es verdad- le dijo doña Gloria, la jefe-

Y… ¿sabe? a mi me gustaría mucho que mi marido me llamara y me dijera que no viene a la casa en toda la noche.

¿si? ¿por qué? -Pregunta el obrero-.

Bueno… dice la doña- porque así aprovecharía para ir adonde mi vecino del piso de arriba, que se acaba de divorciar. Esta… rebueno y haríamos el amor toda la noche. Me fascina ese hombre antes era prohibido, pero ahora NO, Uuuuy que rico! Luego, por ahí a las siete de la mañana me bajaría a mandar los niños a la escuela y todos felices.

El trabajador la miró, y sus ojos parecían disparar pequeños dardos mortíferos.

Se retiró a lo suyo sin mirar a su jefe a la cara.

Y a medida que transcurría la tarde sentía que se dejaba ir y se perdía en el vacío, en la duda.

¡No aguantó! Una hora más tarde regresó a la oficina: “Doña Gloria: -dijo- ¿me da permiso de salir más temprano?”

¿Y cómo para que? -preguntó ella- con cara de pocos amigos.

“Bueno -dijo él, preocupado- es mejor ir a ver qué hace mi mujer en mi ausencia” .

LA LUNA POÉTICA

Eran las 8:20

Ella no llegaba

Ella no llamaba.

Ella estaba tarde

Ni siquiera le gustaba

¿Por qué la seguía esperando?

Él no era poeta,

ella no era hermosa

los astros no ayudaban.

¡Por fin Aparecio!

Sería el vino o la luna

Ella resplandecía jubilosa

Sintió la fuerza de las palabras.

Se llenó de versos.

Quiso naufragar en el azul de sus ojos.

Y así, ella embelleció

Él se poetizó

Y… se perdieron en el horizonte de su mirada.

Patinaz

El resto de las hojas

pexels-photo-886470.jpeg

¿Podrías leer estas páginas  en voz alta  por favor?

Eso fue lo que le pido Paco esa mañana a su mejor amiga, quien había sido su instructora en el instituto para ciegos.

El día de trabajo para ella empezaba a las 6 de la mañana cuando salía  a jugar baloncesto, luego a trabajar a las  9 am en  el Instituto para ciegos, hasta las 5:30 en la tarde. Más tarde ir a clases a la universidad  hasta las 10 pm, y finalmente llegar a casa, comer algo y sentarse a escribir la tesis de grado que aún estaba cruda.

Pero no era así para él. Paco empezaba a vivir  a las 11 de la noche, cuando regresaba a casa, cuando escribía.   En esos días él se estaba quedando en la casa de estudiantes done ella vivía. Era por corto tiempo, mientras organizaba su vida, aunque  el novio de la chica  pensara que él  estaba enamorado de la ella   y que solo se quedaba allí  para estar cerca.

 

Ser ciego no era un limite para él,  al contrario, fue el mejor vehículo de superación que encontró, porque al ser consciente  de todas sus carencias se dedicó a re-diseñarse, a ir mas allá, de sus  limites, incluso de  los limites de quienes le veían y estaban a su lado. El chico era un  autodidacta, un   experto pianista, el mejor guitarrista, con el violín era tan bueno  que  cuando lo tocaba hacía   sentir la tristeza de las cuerdas cantando soledades.  Hablaba inglés y francés sin haber ido nunca a clases, aprendió él solo, con cassettes.  Reconocía  la psicología de las personas a su alrededor solo con escucharlas.  Además, usaba  la máquina de escribir como si fuera una extension de sus ojos en las manos.

Para tener  22 años ya era muy entregado y disciplinado a todo lo que se proponía,  iba al Instituto  en la mañana a leer, o mejor, a usar el servicio de lectores en voz alta que existía en ese lugar.  Algunas veces, llegaba allí uno que otro libro nuevo en braille y el lo podía leer.

Luego iba a un elegante restaurante a tocar piano y más tarde también, al piano otra vez, en un prestigioso bar de la ciudad.   Pero de todas sus actividades la que más le gustaba era escribir a máquina, eso significaba  expresarse como una  persona que puede hacerse entender de manera normal, sin ser tratado como una persona diferente.

En esos días Paco le pidió  a su amiga,  que le prestara su Olivetti y además, le dijo que  compraría  mucho papel blanco,  pues tenía  bastante  que escribir. Ella  accedió sintiéndose un poco preocupada porque la máquina había estado guardada mucho tiempo y  apenas había tenido tiempo de mirarla. No se acordaba específicamente cómo había  funcionado al final de los días que  la usó, pero no le dijo nada a Paco, pues no quería que él sintiera que ella no quería prestársela. Una cosa quePaco sí tenia era una gran sensibilidad a todo lo que lo rodeaba, y ella lo sabía.

Llegaron Juntos a casa aquella noche antes de las 8.  El frío y la lluvia afuera los había obligado a  prender la chimenea, y preparar   aguadepanela con canela para  calentarse  y relajarse. Se sentaron  frente a la chimenea  a hablar de la vida, a  compartir esa deliciosa bebida caliente y sencilla,  que les  dio la oportunidad de tratar sobre los planes futuros. Él le dijo  que andaba escribiendo mucho, que tenía una idea para convertir todos sus escritos en una novela, que necesitaba de su ayuda para releer lo que tenía archivado, le contó que la historia de amor y decepción que estaba fraguando en todos sus escritos por fin estaba tomando forma en su cabeza. Ella lo escuchaba silenciosa, y otra vez pensó en no defraudarlo, de manera que le anticipó que ella andaba super ocupada con la tesis y otros asuntos que tendría que comentarle más tarde,  pero,  le anticipó que al otro día  en el Instituto le asignaría un lector especialmente para él, y así podría trabajar en su idea, tranquilamente. Además felizmente le informó  que él podría quedarse con la máquina el tiempo que fuera necesario, y sonriendo le recordó cuánto amaba ella esa máquina de escribir que era el único artículo que sacó de su casa paterna cuando decidió irse de allí.

A Paco lo emocionó mucho saber que le dejaría un lector casi a tiempo completo, pero no pudo ocultar su tristeza y decepción.  Es verdad, le dijo,  tú haces lo mejor por mí, pero disfruto tanto cuando tú me lees. Bueno,bueno hombre, le dijo ella,  pero tendrás alguien a tu servicio en la mañana y si quieres en la tarde también.

Ya se hacía tarde para preparar la cena, así que la chica apuró la conversación que había estado postergando; le contó a Paco que  ella y su novio habían decidido casarse, pensando en todos los preparativos que esto conlleva, en ese momento no  podría leer o pasar mucho tiempo con él.

Esta última noticia, la de casarse, fue para él  como un balde de agua fría. Quedó atónito, sin palabras, estaba tan conmovido que quería sembrarse en el sillón y no pararse más de allí.

Acertó a sugerirle  que le parecía  muy pronto para esa decisión, que era muy precipitado, al fin y al cabo apenas llevaban dos meses de conocerse.  Ella estuvo de acuerdo en cuanto al tiempo,  pero agregó que éstas cosas tienen su momento y cuando llegan no tienen vuelta atrás.

Las cábalas y el destino no tenían  para Paco ningún significado, simplemente ignoró su  respuesta y se consumió de tristeza. Vamos a comer algo hombre, le dijo su amiga, luego tendremos tiempo para hablar de esto. El novio llegó justo en ese momento y la conversación cambió de rumbo,  resolvieron que ya era hora de preparar algo de comer  y compartir, como lo venían  haciendo  en los últimos días.

Luego de comer los tres, recogieron  y limpiaron, como todas las noches cuando coincidían. Él como siempre, ordenado, poniendo las cosas en el mismo lugar;  porque para los ciegos ésta es la mejor manera de recordar y encontrar todo cuando lo vuelven a necesitar. Para él  lavar los platos, recoger y guardar era un ejercicio mecánico. Todo lo contrario era lo que ocurría con el novio de ella  quien a duras penas ayudaba a recoger la loza de la mesa, seguía conversando y luego decía que tenia sueño, que estaba cansado, y se retiraba.  Al principio cuando conoció a  Paco pensaba que  por ser ciego seria torpe o tonto, pero ya cambió de idea desde el primer momento al verlo como se desenvolvía con naturalidad, y al final simplemente esperaba que entre su novia y Paco arreglaran la cocina o lo que fuera y él no hacia mucho.

La casa de estudiantes en que  vivía la chica era de estilo Victoriano, de  ésas con arcos grandes estancias llenas de madera marrón brillante y hueca, escaleras con grandes pasamanos lisos que invitaban a rodarse y reír, sus escalones  muy anchos y sonoros,  como corresponde a una casa de formas exageradas.   Los cuartos eran amplios  y en todas las estancias había  muy pocos muebles. La casa  tenía sonidos propios, que  se convertían en ruidos fácilmente, como si los fantasmas estuvieran  recordando a los  habitantes, su presencia,  su existencia.

En esos días nadie aparte de ellos  tres se estaba quedando en la residencia, pues  eran las vacaciones de verano, que normalmente son de más de un mes, y todos los estudiantes viajan a sus casas familiares. Pero a  ella  que trabajaba y estudiaba,  no le era posible  salir de la ciudad, así que allí estaba, de vacaciones de la universidad, pero escribiendo su tesis de grado  y trabajando.

Paco se quedó, escribiendo y ellos dos subieron  al cuarto. Ya eran pasadas las 12 de la noche,  sin embargo no lograban conciliar el sueño, cada sonido de la Olivetti repercutía en la madera, en la casa, en el vacío,  como si estuvieran lloviendo pequeñas piedras de hielo. Cada tac toc de la máquina de escribir  hacia sufrir al novio de la chica. O  quizá no era el sonido del teclear, pero sí su presencia, la presencia de él,  de Paco, que se dejaba sentir en su continuo tecleo. El novio de ella en forma insistente, le preguntaba cuándo el chico se iría a dormir mientras  el tac toc de la máquina de escribir seguía y seguía.  De repente ella, sintiéndose presionada,  se levantó y  fue directo a la sala donde Paco se encontraba,  le explicó que  la casa tenía  eco,  que cada sonido de la Olivetti les estaba taladrando el cerebro, y le pidió que descansara por ése día. Él quiso mostrarle lo que estaba escribiendo,  pero ella por miedo a lo que allí pudiera decir, tal vez por presentimientos infundados, quién sabe,  no quiso bajar la mirada al escrito que él le señalaba. Entonces  él le hizo saber que estaba  en medio de algo muy importante que  no podía parar, que debía terminar, y le dijo a su amiga que buscaría un lugar más cerrado y lejano al salón  para seguir escribiendo y permitirles descansar.

Ella estaba segura, de que él no dormiría  mucho y que en la mañana  le entregaría las páginas pidiéndole  que se las archivara  en la carpeta como siempre.

Su amigo  tenia por costumbre escribir sin medida:  poesía, cuentos, historias, opiniones y crónicas En esos días parecía estar en algo gordo por la manera que se comportaba. Así que lo tomó como de costumbre, como lo más corriente, sin  saber qué podría ocurrir.

Se fue a dormir y lo dejó allí recogiendo todos sus enseres para moverse del lugar, sabiendo que  él escribiría, no hasta cansarse, porque de eso no había posibilidad, pero sí hasta terminar lo que había empezado. La noche se hizo silencio para la pareja pero no para Paco, lejos y encerrado siguió con  su teclear.

A la mañana siguiente ya de carrera después de ir al parque, y tomar un desayuno frugal, ella le preguntó  si se irían juntos al Instituto. Él contestó afirmativamente, y agregó:  quiero que lleves esto, para que  lo leas en cuanto puedas. Ella lo miró como diciendo: ya sabes que tengo muy poco tiempo, y el sabiendo lo que ya sabia de  su mirada redijo: por favor, estos sí leelos   para mi, por favor, luego hacemos lo que me propusiste.  La chica se asombró al comprobar que casi había llenado cien hojas tamaño carta. Lo felicitó y lo miró con  profundo respeto y  admiración. Al preguntarle si los debía guardar en la misma carpeta donde estaba coleccionando sus otros escritos, Paco le  dijo que no, que ésas hojas eran solamente para ella. Que sólo quería estar presente cuando las leyera.

Ya era muy tarde y debían  irse, así que las guardó en el bolso junto con  la tesis que en esos días era su fiel compañía, y se fueron a trabajar,

En  días de buen tiempo,  caminaban  media hora y luego tomaban  un bus repleto de gente.

A él, eso de subirse a un autobús a reventar,  le entusiasmaba mucho y siempre al bajarse tenía historias de casi todos los pasajeros que lo habían tocado.

Empezaba a contarle a ella que  la chica de la maleta de pelitos suaves había desayunado changüa con ajos, cebolla y cilantro. O que el tipo de la chaqueta  de cuero gastado y taches metálicos, que para el era de  malo,  ésa mañana  solo había podido tomar tinto porque tenía un guayabo fenomenal.  Que pobre la viejita que nadie dejó sentar en todo el trayecto. Que la chica de al lado que estaba embarazada…, entonces ella  le corregía que no, que no había una embarazada, pero él insistía que si, y que estaba a punto de vomitar  todo el camino, y que incluso se bajó antes de tiempo, le anticipaba que ya habían compartido bus con ella antes.

De pronto, algún día empezaba a cantar, o a decir que se movieran, que estaba enfermo del estómago,  entonces todos le daban campo, luego le  confesaba a su amiga, que  solo lo hacía para que ella pudiera tener un espacio y sostenerse del tubo.

Siempre se burlaba de lo formal que ella se portaba en el bus y lo cariacontecida  que se ponía desde que se subía.  Un día que quedaron  lejos uno del otro,  él quiso hacerle  una broma,  solo para reírse  un poco:  el bus como siempre iba a reventar, él empezó a llamarla por su nombre a todo grito, ella normalmente lo evitaba, pero ese día él no se dio por vencido siguió gritando aún más fuerte y al menor esbozo de respuesta de ella le preguntó a todo pulmón:  OYE… ¿sabes la diferencia entre prefacio y prepucio? Todos los presentes rieron hasta el cansancio, la miraban a ella y luego a él, claro, todos en consideración  esperando la respuesta para ése pobre cieguito. Las  miradas  expectantes la obligaron a gritarle la única respuesta que encontró:  bueno, tu mírate el prepucio si puedes y yo te leo el prefacio. Y así se quedó esa historia hasta su destino.

Así era él, y los viajes en bus cada mañana y cada noche, eran siempre una aventura.

Aunque aquella mañana era para él una aventura especial, estaba sin dormir absolutamente nada y había escrito toda la noche, sentado en la taza del baño con un bloqueo de toallas en la puerta para minimizar  el ruido y no molestarlos.

Era tal su estado de ansiedad que casi no podía esperar a acomodarse en la oficina, y apenas estuvieron en ella la pregunta no se hizo esperar: ¿Podrías leer estas hojas en voz alta por favor?

La chica empezó a leer las casi 100 hojas que Paco le había dedicado, fue leyendo entusiasmada la narración  del día a día de él, de las cosas superadas que quedaron atrás  y adónde toda esa experiencia lo conducía hoy.  De pronto al llegar a la quinta hoja advirtió que algo no estaba  bien. Revisó la siguiente, y la siguiente y así el resto de las hojas. En medio de un repentino silencio comprendió con tristeza, que nunca descubriría lo que Paco había querido escribirle, porque la cinta de la Olivetti  se había soltado de su gancho,  o quizás se había quedado sin tinta sin que él se diera cuenta, y que  por consiguiente en el resto de las hojas no se alcanzaba a ver  absolutamente nada.

El resto de las hojas se veia en blanco.

Donald Trump. Claudia

Ya murió Donald Trumpetas

y al infierno fue a parar

pues aguayón, pussy y tetas

a todas quería agarrar

De pequeño a respetar

con su mamá no aprendió

y aunque el quízo evitarlo

el cobre siempre enseñó.

Hízo lana como pudo

pa’ transear, estaba puesto.

Era un gran trinquetero

no pagaba sus impuestos.

Creía que con su dinero

todo podía comprar

y compró muchas cositas

no lo podemos negar,

pero el dinero no es todo

y en Donald las pruebas estan

no pudo subir su IQ

ni quitarse lo patán.

Después le tiró bién alto

pensó podría ser presidente

Y se gastó unos millones

Pa’convencer a la gente

Se contrató a una estratega

la mejor, la mera mera,

para embobar a la gente

con chismes de lavandera.

No bajaba a las mujeres

de gordas y de asquerosas

taradas y pecadoras

mitómanas, perezosas.

Todas sus culpas negó

“nunca he dicho eso”, decía

frente a pruebas innegables

ninguna falta admitía.

Bién conocía a sus paisanos

y como era de gran maña

les prometió un gran futúro

y  metió miedo y cizaña,

“Del sur” dijo: “los vecinos

son narcos y violadores,

debemos ser selectivos

y buscar unos mejores”

Esa gente gente súcia y baja

era su gran pesadilla

a su pátria bombardeaban

con tacos y quesadillas.

A todos los Mexicanos

los hízo construir un muro

para a sus pobres paisanos

hacerlos sentir seguros

para ahorrale dinero

los huehuenches mexicanos

con chicle en vez de cemento

a la obra pusieron las manos

Con bombos y con platillos

su muralla  inaguró

estaba mal contruida

y en la choya le cayó.

Así se murió ese loco

ese pobre billonario

Lucifer se lo llevó

por ser bajo y ordinario

Ahora anda en el infierno

correteando calaveras

pues les quiere toquetear

los huesos  de sus caderas.

 

Lujurias y musas. Claudia

 

Murió lujurias y musas,

era un grupo de loquitos

que gustaba de escribir

poesias y cuentitos

Patín confió en el potencial

el suyo y el de otros cinco

ella le dió forma al grupo

y chambearon con ahínco

Alvaro era inspirado

super bello el escribía

y su sello es que la A

“colta y gluesa” le salía

Jorge Paesano sin duda

era un gran elemento

declamador y poeta

de muchísimo talento

Con ideas bien brillantes

tenían a Sol, la colombiana

quien a la hora de alburear

era más bién Mexicana

Giovana era un tanto ambigua

y nunca se comprometía

pues en lujurias y musas

sólo un piecito tenía

Claudia era quien ponía

de Eros el saborcito

siempre al leer sus poemas

hacía sentir sabrocito.

Era un grupo singular

con muchas ganas de ser

escribían con enjundia

Y reían a no poder

Pero todo tiene un fín

Y se les acabo su  veinte

Y ahora le hacen al cuento

Con Lucifer y su gente.

 

Continuar leyendo

SOL

Judas y Jesús Judas no recuerda muy bien el día que conoció a su gran amigo, aquel llamado Jesús. Recuerda que aquel día estaba emborrachándose como siempre en el peor bar de mala muerte en …

Source: SOL

Patricia

HASTA QUE LA MUERTE LOS SEPARE 

PatinCardona 

London 

02/04/16 

Entonces saltó al vacío, sin importarle las consecuencias, sin pensar en la muerte.  Mientras caía vertiginosamente, en su impulso hacia abajo, sin cabida para el arrepentimiento, pensaba en la gravedad, no solo la gravedad del momento  sino la gravedad que causa la caída de un cuerpo a la tierra.

En esos breves momentos,  le llegó a su memoria, la visualizó entrando a la iglesia:

perfecta, hermosa, brillante como todas la novias. Llegaron a su memoria las escenas  de la fiesta espléndida de matrimonio:  los dos  rodeados de familia, los mejores amigos, risas, palabras de felicitación, y los buenos deseos de quienes bien los quieren.

Hizo un recorrido por los acontecimientos recientes: el día de su  compromiso, los preparativos de la boda, la firma de papeles, y toda esa parafernalia que termina siendo una pesadilla, la cual, afortunadamente pasó rápido.

Ahora después de la boda llega la muy esperada  y mal llamada  “luna de miel”;  Maravillosa, como era de esperarse, ya habían tenido algunos ensayos previos y la química fluía, ellos no querían que el hambre los apurara, solo querían permanecer bajo las sabanas suave y delicadamente sin que el tiempo acosara, ahora ellos tenían el permiso ancestral y colonial de amarse sin medida, de tener relaciones intimas lícitas, lo acababan de firmar.

Disfrutándose y peleándole al tiempo el mismo tiempo, terminaron la luna de miel y  empezaron  la vida juntos: nueva  casa, nueva familia, embarazos de nueve meses convertidos en eternidades, días interminables de vomito, inapetencia sexual social y alimenticia. Inconformidad, del uno y el otro olores y flujos nuevos, desconocidos desagradables.

La novia perfecta hermosa y maravillosa, de la luna de miel se  fue convirtiendo en esa desconocida  fiera que espera en casa. Ella y sus preciosos ojos verdes ahora disparaban fuego, sus largos y lacios cabellos rubios se convirtieron en gusanos de horribles medusas, secos despeinados y con olor  a leche rancia como los biberones de los hijos. Su almohada antes impregnada   del delicioso perfume de ella ahora olía a hijos, obligaciones,  rutina, imposición y pérdida de identidad.

El confort de los espacios antes anhelados se convirtieron en cárceles. La rutina, las mañanas iguales, el sexo de compromiso y tedioso, los achaques de la edad, los hijos, las obligaciones financieras y la presión  a ser, a portarse como todos esperan lo fueron ahogando. Se sentía preso de una furia que no podía sacarse de encima.  Estaba cansado, enfermo y agobiado. La presión expulsó al lobo o quizá al loco que llevaba dentro, explotó.

Levitando en esa caída  libre entró  en un túnel, en cámara lenta fue girando viendo pasar su rutinaria vida. De un solo golpe,  perdió el aire, sus pulmones no resistan tanta presión, quiso gritar, parar, devolverse no solo en la caída sino de la vida misma. No podía,  sus piernas no le ayudaban, quería gritar, nadie le escuchaba, todo era oscuro, terriblemente oscuro.

¡Cayó!, al estrellarse contra el piso, despertó, se descubrió sentado en su cama de soltero contemplando con horror  la argolla de compromiso que había comprado la tarde anterior. Decidió en un instante que  ya no le propondría  matrimonio a nadie.  Absolutamente a nadie, mientras le quedara un poco de cordura.

Supo que para casarse había que ser más irresponsable.

Patricia «El Otoño»

 

Cada año uno debería tener su otoño, me dijo  el hombre que acababa de llegar a mi consulta, con un problema existencial, llegó puntual a la cita y eso lo admiro entre mis clientes. Alto de piel bronceada, ojos penetrantes y labios fuertes que apretaba mucho cuando mencionaba ciertas palabras de connotación fuera de lo común.

Yo ahi sentada escuchándolo, muy en privado, como él pidió. No quiso que se quedaran mis estudiantes en entrenamiento, pensé  inmediatamente que era un caso muy difícil.

Empezó contándome: Mire doctora, yo tengo mi mujer y vivo con ella es joven como yo y ahí vamos los dos tratando se salir adelante, siempre pensando que uno de estos días nos regresaremos  para su país o para el mío, tal vez, uno no sabe,   tener hijos y hacer una familia.

Desde  que estamos en Inglaterra,   todo nos ha salido muy bien a los dos, nos encontramos en esta soledad  que es la inmigración y nos juntamos felices.

Pero hace un año, para Otoño,  justamente,  me quedé sin trabajo, de limpieza, que  es lo que hacemos los dos. Así que me metí a un grupo en Facebook en donde se ofrece o  busca trabajo. Yo me inscribí y puse el aviso ofreciendo mis servicios.  Un día después me llamó una inglesa y me dijo que estaba buscando una persona, hombre o mujer,  para  hacer limpieza y trabajos varios,  todas las tardes de 2 a 11 pm,  el pago es  £300 a la semana.  Me pareció maravilloso hasta el pago, era más de lo que había estado recibiendo.  Ademas, -me dijo- tendría libre los sábados por la tarde y los domingos. Me puso una cita para el siguiente día a las 3 de la tarde, para la entrevista. Le dije a mi novia,  los dos  muy felices de lo afortunado que era encontrar un trabajo tan rápido,  encontramos la dirección y me fui a presentar. Llegué antes de la hora indicada, satisfecho de mi puntualidad inglesa que he ido aprendiendo desde que vivo aquí.

Ella una mujer de más o menos 50 años, bonita, sin ser una diosa, rubia, de  tristes y cansados  ojos azules, cuerpo bien cuidado para su edad y una expresión casi maternal, que me dio la confianza suficiente  para sentarme y relajarme. Ella vive en   una casa  bonita, y muy grande para  vivir una persona sola. Tanto que al llegar pensé que eran oficinas o algo así.  sin embargo  al timbrar ella misma abrió  la puerta y me ofreció una taza de té, sentados en la mesa de su cocina que casi era tan grande como todo  el apartamento en el cual vivo con mi chica, empezamos una conversación, bastante agradable acerca de lo que a mi me gusta y no me gusta, de mi edad, de dónde soy, cuánto hace que vivo en este país, en dónde he trabajado antes,  de si hago o no deporte, de si me gusta o no el sexo. Ahí me quedé sin entender pensando que debía repasar mis clases de ingles, pero ella siguió: que, qué tan bueno era en la cama, que si era heterosexual o bisexual.  todo esto se iba poniendo un poco difícil pues yo seguía pensando en la entrevista de trabajo y a la pregunta en inglés are you hot?  yo respondí:  “no, no yo uso mi propio uniforme que me mantiene fresco”. Seguía, sin saber qué decir o qué había escrito mal en el aviso del grupo  de Facebook.  Al final  cuando ya me encontraba incomodo y mi pantalón se apretaba cada vez más.  Le pregunté en mi mejor inglés si ella estaba buscando un limpiador o un amante, entonces ella, sin cambiar la expresión de su rostro, ni el tono de sus mejillas que seguían siendo m blancas casi  trasparentes,  me respondió: “both, and the payment still £300 per week” entonces ahi si mi pantalón abajito de la cintura casi explota. Yo sin palabras y mirándola no supe qué decir, y así se lo dije;  ella respondió:  -no,  no te preocupes,  no te pagaré por pensar-.  Aquí debes estar todos los días a las 2 pm, limpias, lavas la ropa, haces comida y antes de  las 5 pm yo llegaré para cenar, compartimos  una bebida y vamos  directo a la cama de la cual solo podrás salir a las 10pm.

Doctora, -dijo mi cliente-  yo acepté. Usted debe sabe, £300 libras no son fáciles de ganárselas, menos  haciendo  oficio,  y debo ser honesto, todo esto  me sonaba a una aventura y dígame usted doctora, cual hombre no quisiera una gringuita  calientita todos los días  y  su chica esperándole en la casa para lo mismo. Nooo…  Eso era un sueño.

Empezamos el training  en ese mismo momento,  pues había que probar la mercancía.

La verdad, aparte de liberar la presión de mi pantalón, todo fue maravilloso.

Ya voy para un año trabajando y mis pagos llegan cada sábado sin falta, ¡en efectivo!, mi novia está feliz,   aunque a veces me faltan fuerzas, porque mi jefa es muy exigente y muy buena en su parte del trato. Yo lo manejo  con mi chica excusándome  de cansancio por todo lo que hago durante una jornada tan larga y al duro peso de mi trabajo.

Todo ha salido como ella dijo el día de la entrevista, ni una palabra de más o de menos, hasta me dio vacaciones pagas.

Una vez que mi cliente  se quedó en silencio le pregunté, cual era el motivo de su consulta. El se encogió de hombros y dijo: No se… pensé que usted podría ayudarme.  Le dije que él debía aclararse la razón por la que había ido a verme, que yo no sabia como ayudarlo si el no me decía lo que quería

Luego de pensarlo por un momento me dijo en voz baja y casi en secreto:

“ Ah es que me siento cansado quisiera dejar este trabajo, pero £300 me harían falta.  Esta es época de cambios, fíjese que hasta los árboles botan sus hojas y esperan unas nuevas”.

“Pensé que de pronto la  Doctora, conoce a alguien  o usted misma, ¿por qué no?  que me pueda ofrecer el mismo trato y  pague £500 a la semana. Por las incomodidades, usted entiende: Cada año uno puede tener su otoño».

Patricia «Ella en la mañana»

Ella en la mañana

Dormir a medias o no dormir, con la esperanza de despertar cuando todo haya pasado,

o simplemente, renacer  sin esta  desigualdad.

que al despertarse  ya ho haya que votar para que termine una guerra

que el derecho a la paz sea ganado por el simple hecho de existir.

En la mañana clara no sería necesario   enviar pruebas que los buenos si lo son,

o.. los malos no lo son tanto

que a los del  lado  blanco y  a los del  otro  menos blanco,  nada les falte.

igual tengan qué comer, donde vivir y una buena razón para gozar  esta vida.

Soñar en despertar, y comprar una escalera al cielo,

que ese cielo no sea el espacio azul inalcanzable,

que ese cielo no sea el lugar donde hay un dios

muy osado quien promete  la felicidad eterna luego del sufrimiento terrenal.

En la mañana  temprano después de esos sueños,

ella pueda comprar la escalera que promete Zeppelin en su canción,

que esa escalera no nos conduzca a  un lugar de mentiras

Sí   nos lleve a pensar en la igualdad,  la hermandad la solidaridad.

Una oportunidad nos diferencia  a los buenos y malos, blanco y no tanto,

Quizá… Robada, menoscabada de las manos de los más débiles

¡Solo ese dios sabe!.